martes, 9 de junio de 2009

UN ALMUERZO CON SOLEDAD


Hasta las cosas simples tienen un precio alto. Son las que garantizan por un momento que la paz es tangible, humilde y amigable. A veces cuesta un almuerzo para entablar una conversación con un espacio vacío. No cualquiera sale a comer solo sin sentir nostalgia. Es difícil ser un solitario pleno, la soledad tienta todos los días y huele tus lados flacos. Sin embargo sentirse solo o desgraciado es una pérdida de tiempo. Se te pasan muchas cosas y la vida es más que un ciclo o estadío. Si tenés una mirada aguda distinguís cuando brilla una caricia, una carcajada, una cabeza sobre el hombro un beso cómplice. La soledad no refuerza carácter y aceptarla como un comensal más a la hora del almuerzo es en mi caso, un gesto de respeto y cortesía retribuirle algo del abuso que de vez en cuando he sido víctima

Salimos ambos, con mi soledad, me decía que hace ratos no le ponía atención. Me echó en cara las pláticas mudas que nos hemos perdido. Para reclamos estoy yo, pensé. Le conté de alguien que me gusta y me tiró el hombro. Ni siquiera se alegró por que le conté que de todas las chavas que he visto y me han gustado, incluso algunas tienen sus novios. Me causó gracia. Pero, yo iba a comer. Tenía antojo, es decir quería comer y comer bien sin pretextos ni nada.

Hace mucho que quería algo que había perdido por culpa del desempleo. Libertad. Libertad de comer lo que me diera la gana y derrochar dinero. Muchos no pueden darse ese gusto. Pero esos días que salgo solo me gusta consentirme, no sentir pena. Me dirigí a la caja a y pedí una sopa de trozos de pechuga e pollo con vegetales y arroz y un triángulo de pizza casera de hongos. -Tenemos fresco de Rosa de Jamaica y hor... No me diga más. Jamaica será y somaté la billetera en el estante donde despachan mientras dibujaba una sonrisa de orgullo. Ya se me había olvidado el poder capitalista.

Era una panadería. Está una cuadra arriba de donde trabajo. Entré y salí corriendo porque adentro se encontraba una licenciada que tenía tiempo de no ver y quería que las cosas se quedaran en el olvido. Pero me aburrí de escabullirme y dí la cara, raro en mí. "Já, si no le debo nada" y entré. Hola Allan me dijo... Qué tal Licenciada, -Uste, dígame Karin. A estas alturas. Ok, Qué tal Karin. La plática estaba muy amena, incluso hicimos reír a las despachadoras y a una señora que compraba. Mi encanto estaba de buen humor y la plática terminó en un "se cuida" sereno, nada hipócrita, y una sonrisa. Vaya cambio de actitud, me dije golpeándome el hombro. Pagué y me dice la cocinera: Le llevamos su plato a la mesa. Me sentí un rey.

Me dirigí a un lugar donde se viera la calle y los árboles y poder ver el vaivén sin escuchar ruido alguno. La música de fondo era Santana; sonaba Europa. Relajado. No esperé mucho; salté de la emoción cuando llegó la comida. La sopa hirviendo venía acompañada de un pedazo de pan crujiente con un paquetito de mantequilla. Después llegó la pizza, con el fresco de jamaica no pude evitar partir un pedazo y degustar aquel estado de paz y satisfacción. Todo delicioso. Son 40 pesos. Y qué?

Es extraño pero la soledad solo me veía, indiferente, no dijo nada; ni se reía. Yo comía extasiado, onreía, disfrutaba del leve movimiento de la calle, un carro cada 2 ó 3 minutos. Nadie a quien verle el culo o siquiera ponerme afligido por si le gustaba o no. Soledad muy seria ella, empezó con pucheros, brincos con el labio inferior, ojos de peluche de 14 de febrero; cualquier cosa por llamar mi atención. Disfrute de sus intentos mientras tomaba mi sopa. Intentó decirme algo pero yo era preso de la quietud y el movimiento de los árboles, la comida y la libertad. -Lo siento -le exclamé con los brazos abieros-, no hay espacio para vos hoy y no tengo nada que contarte. Me levanté, di las gracias a las dependientes y la dejé, sin voltear a ver.

6 comentarios:

Wendy García Ortiz dijo...

Creo que sé quién es esa Karin. Es otra, fuera de las aulas. Muy humana, muy interesada en que aprovechemos el tiempo y bastante platicadora.

Hay que disfrutarse esos momentos!

Fernando dijo...

ironicamente como puse alguna vez en el blog, yo solo estoy más acompañado

Alexxx dijo...

Yo he tenido muchos almuerzos con la soledad, a veces hace muy buena compañia

Prado dijo...

estar solo es una opción de vida también. aunque dure tan poco como mis relaciones con mis novias esposas. da igual. Grande!

Issa dijo...

consentite te lo mereces! la soledad espera y complace, asi que te siga esperando... genial tu post me gusta cuando escribis con el corazón... Abrazo!

Gabriel Arana Fuentes dijo...

GRandes conversaciones se arman con ella, aveces estoy acompañado y sigo platicando con ella, la ultima vez estaba con ella en una camioneta llena de gente