lunes, 1 de junio de 2009

A SANARATE: BUSCANDO A MI PAPÁ PARTE VI FINAL



Dos semanas duraría la estancia de mi papá en aquel sanatorio. En sus venas correrían vitaminas, drogas y sedantes para regresarlo. Cuando regresé a mi casa me sentía tranquilo. Me quedé con cierta inquietud de saber si se acordaría de nuestra alegata y maltratada. Me confundía mucho su forma de actuar. Cuando era el tipo normal parecía que el hombre siempre tenía las respuestas de todo. Mi padre era una persona inteligente y en su profesión era respetado. Yo viví un año con él. Y sus conversaciones, cuando me tenía que decir algo, no en forma de putiada, sino que una conversación entre padre e hijo, intentaba conectar conmigo; yo le creía poco. Sus acciones eran contradictorias. Siempre me pregunté porqué mi padre nunca tuvo amigos, buenos amigos, que le platicaran y le dijeran que no tirara toda su vida al barranco. Tal vez si los tuvo pero es muy posible que se rindieran por su actitud.

Estaba nervioso en los días previos. Mi hermano lo fue a traer en carro con nuestro vecino. Entró se bañó, empezó a arreglar sus cosas porque tenía que regresar a Sanarate ese mismo día. Era medio día así que yo estaba comiendo y pasando muy lentamente la comida por la garganta. Mi mamá era otra cuando él estaba sobrio. La cólera le había pasado rápido porque ya no le tuvo que aguantar la goma de dos meses, y le preguntó cuando venía camino al comedor si quería comer. -No gracias Dorita, ya me voy, -le dijo con aquella voz segura. Yo no lo volteé a ver. Regresó por su camisa, se la puso. Yo tenía la mirada clavada en la comida. ¿Qué me irá a decir?.

Bueno me voy, dijo. Vaya Fito que te vaya bien, le contestó mi mamá. Adiós mijo y se me acercó. -Disculpá por todo mijo, estoy enfermo y cuando uno es alcohólico no sabe lo que hace ni se da cuenta de la gente que hiere. (Me lo decía con una cara larga de vergüenza) Te quiero mucho y disculpame. Me levanté y me abrazó. Te cuidás y regreso el sábado.

Por primera vez lo aceptaba. Me quedé de una pieza. La puerta de la casa se cerró fuertemente y aquel eco rebotó por horas en toda la casa. Allá iba él, de regreso. Nosotros nos quedamos como si nunca hubiera pasado todo aquello. De vuelta a la normalidad. Mi papá regresaba a su trabajo, a salvar vidas. Recuerdo que cuando era pequeño me gustaba irme con él cuando lo llamaban para alguna visita médica. Era emocionante verlo, siempre en control de la situación. A los pobres indígenas les regalaba medicinas y la consulta. Llamaba a la señora que cuidaba el centro de salud para pedir una ambulancia y llevarse de emergencia al enfermo al hospital de Guastatoya. Salvó muchas vidas a pesar de todo. Siempre admiré esa cualidad que tenía de utilizar su profesión para salvar vidas y hacer el bien en vez de hacerse rico.

Algo pasó en ese Sanatorio que esa fue la última vez que tomó. Un año después tuvo que irse a Chiquimula a cuidar a su mamá, mi abuela, porque los síntomas del Alzheimer estaban presentes. Nunca hablamos de ese incidente con mi padre. 5 años después murió y fuimos a Sanarate a traer algunas cosas que había dejado en la casa donde vivía. Toda la gente se acordaba de mí y me contaban historias de mi papá que no sabía. Aquellas personas y conocidos de mi papá reconocían en cada saludo o abrazo que me daban lo que alguna vez hizo él por ellos. No me sentía merecedor de todos esos reconocimientos, pero me sirvieron para saber de alguna forma, quién era él. Tuve muchas contradicciones acerca de él. Por primera vez me sentí orgulloso del viejo y lo respeté mucho. Si tan sólo él se hubiera querido un poco. Igual, regresé contento. Todavía hoy, lo sigo buscando. Recuerdo que un par de meses después lo soñé. Dijo que estaba bien. Le conté a mi mamá y ambos sonreímos.

Primera parte
Segunda parte
Tercera parte
Cuarta parte
Quinta parte

4 comentarios:

Issa dijo...

Todos tenemos algo negativo que no va a ser placentero para el resto del mundo, algunos, no tan fuertes se esconden de la realidad a travez de muchas cosas... el licor es una de ellas... pero el perdonar es importante y el amar a las personas tal y cuales son nos hace ser mejores que el resto... Bien x ti mi Allan! abrazo!

Gabriel Arana Fuentes dijo...

bueno Allan que te puedo decir. El aprendizaje duele tanto que al final no sabemos si reir o llorar. GRacias a estos textos veo como son las cosas bajo esas circunstancias. Es cierto, no hay escuelas para padres. Pero padres que no quieran aprender a serlo sobran. Esa es la mierda.

Alexxx dijo...

Te voy a ser sincero, medio lei la primera y segunda parte, esta ultima si la lei, pero voy a leer todas las partes, el tiempo siempre corta todo. Pero que bueno que tuviste un acercamiento a el, y por lo menos lo conociste, hay quienes que nunca supieron quien fue su papa.
Saludos men

XCALIBUR dijo...

Las cosas de la vida... la falta de un verdadero padre... mmm, sabes te hacen la persona que eres!! Y lo más gracioso, es que de alguna forma sabes que eres quién eres por eso y no lo cambiarías por nada verdad? A demás te dan la valiosísima lección de tu vida, no ser igual verdad? Aaaaaa las noches de futball con mi abuelito, jajaja o quizá el Sacachispas verdad.... la vida y sus vueltas!