jueves, 6 de noviembre de 2008

Contacto en un Cafe Maya (Primera Parte)


Esta es una crónica relajada y tranquila sobre Edgar López el señor de los huevos. También estaba dentro del grupo amigos de la U. No nos hablábamos mucho. Es un personaje y un amigo de esos que no se encuentran fácilmente.

Primer contacto: Yo lo conocí en la Universidad donde empezó a componer sus primeras canciones. Edgar López es discreto. Desde lejos lo observaba haciendo amistad con las chavas más atractivas de la clase y como gancho les enseñaba sus composiciones New Age. Edgar tenía el plus de ser alguien que toca un instrumento y no echarlo en cara, además de ser un buen tipo y tener la sensibilidad a flor de piel. No dudo que utilizó eso de ser un artista en ascenso para ligar. Algunas caen y por lo regular son las equivocadas. Estas musas darían vida al compositor con causa. Puro destino.

Grabó su primera compilación por sugerencia de una de sus tantas amigas e hizo más copias en cassettes para regalar. Uno de esos cassettes llegó a un director de un noticiero gubernamental y así, le hicieron su primera entrevista. Su música fue utilizada para el telenoticiero “Avances”. Ese sería su primer logro.
Edgar hizo todo lo que tenía que hacer para forjar una carrera, per se, en la música. Se enamoró de ella. Tomó clases de piano. Fracasó, al igual que yo, en eso de leer solfa y también en querer babosear al maestro tocando de memoria al simular que leía la música.

Yo lo dejé, pero Edgar siguió en la lucha y aprovechó el don que tenía de poder memorizar música con solo escucharla una vez y ejecutarla de oído. El autodidacta sufrió al no tener como grabar sus creaciones por que su piano era simple. Y no la podía escribir. ¡Cuánto se perdió!. Finalmente pudo comprarse un sintetizador, que le costó 14 mil quetzales, y así empezó a tocar en bodas y música navideña en centros comerciales para reponer la inversión.

Génesis de su mundo

Apretujado en un elevador de 1.50 x 1.50 metros, intentando no hacer contacto con nadie mientras te acompañan grandes himnos de rock o de música pop que fueron disminuidos en tonadas de celular. Se hala uno los pelos. ¡El ninguneo musical!. Ni siquiera son originales sino cantadas por "Juanito y sus Guacales". A veces ni son cantadas. Se sufre como nadie la agonía de escuchar desde el piso 1 hasta el que te toque el cover pinche. Muy incómodo para todo aquel con algún gusto músical.

Edgar no quería que su música llegara a sonar tan simple como música de elevador y no tuvo otra que conocer su instrumento para encausar su voz como artista y huir de ese mal gusto.

El sintetizador le serviría para aprender más sobre la batería, los bajos, hacer secuencias y mezclas para darle forma a su inspiración.

Su primer disco sería “Mundo” un álbum con tintes New Age. Después vinieron otros discos como “Surrealista” cuyo concepto era música de relajamiento, “A quien interese”, con un concepto Down Tempo. Incluso atravesó por una fase de música medieval con “Drako”.

Cada disco representó una etapa de su vida y tiene la dedicatoria a una de sus musas. Con Drako pudo abrirse camino en la radio. “Lo escuché varias veces en rotación. Incluso alguien me dijo que me podía hacer el conecte con el director de Infinita para que me pusieran en esa radio. Hablé con él pero nunca fui (a la estación) por falta de tiempo”. La Estereo 102.1 fue de las pocas estaciones que en su programación incluía este tipo de música y le dio espacio a 4 canciones de “Drako”.

“Hago música que no quiero comercializar porque lo que hago es muy individualista” comenta. Continuará...

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