domingo, 26 de octubre de 2008
Gasolina: crecimiento inflamable
Una historia sencilla. En los extremos más acomodados de la circunferencia citadina se revuelca una clase media regularmente acomodada y claudicada que sufre de un cáncer llamado decadencia familiar. Sí, es esa clase media con delirios de grandeza que reclama una presencia de aspiración feudal en la sociedad guatemalteca cuando en realidad, se deshace a pedazos por su carencia de valores e intenta agarrar unos cuantos quetzales o migajas para pasar sobre todo y todos y recuperar lo que por derechos propio tiene: El poder de humillar al que no tiene y el de servir al que tiene aunque secretamente le desée la muerte. Éste escenario de hastío tan actual y degradante, es el ambiente de 3 jóvenes para robar gasolina y vagar en un carro con rumbo desconocido. El espejo se levanta y el resultado es: Gasolina. El director guatemalteco Julio Hernández nos muestra con un realismo brutal y salvaje, el final de la amistad de tres jóvenes.
El sentido familiar que tenía la generación anterior terminó. Familias gigantescas y numerosas son ya una estadística histórica. La amistad tiene un valor pobre dentro de la juventud actual; es más una complicidad vandálica para combatir el tedio. Humillar como un poder para conseguir algo o robarlo si no se consigue por las buenas. Es un sí o sí. Si se puede engañar para alcanzar el objetivo, el triunfo es grandioso. Celebremos la impunidad. La película cuenta ese ambiente de colonia o zona residencial donde en apariencia solo amanece y anochece. Pero es la noche que tres ratones salen para cometer sus terribles travesuras. Hernández nos abre la ventana y solamente somos testigos de situaciones que rayan el colmo y la estupidez. ¿Así hemos sido siempre? Pero claro que sí.
La crítica social de Julio Hernández Cordón es ruidosa y brutalmente honesta. Todos somos degollados. La familia, la amistad, el respeto, los valores, etc. Y es que lo que nos transmite el director es que es jodidamente difícil crecer. Se siguen a los amigos más "experimentados", los abusadores y se adoptan costumbres e influencias poco recomendables. El ciego que ayuda al ciego. Se prefiere la soledad del sufrimiento al sufrimiento acompañado. Incluso sufrir es una debilidad que no se acepta en una tribu. La traición es la única forma de ser felices y lentamente en los rostros de los protagonistas y se ve que no lo sienten así, pero deben jugar con esas reglas para mantenerse unidos. Incluso, el consejo de una madre es un sermón que intenta avisarnos que va a pasar lo contrario pero la situación rebasa la estupidez y pasa a convertirse en pena ajena. La película se debe ver con mente abierta y ojos desorbitados aunque de pronto los queramos cerrar. Gasolina te deja con más preguntas que respuestas. Ese reto de cineasta fue cumplido por Hernández. Muy recomendable, un triunfo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Tenemos que incluir algo. La película no ha llegado a estrenarse y ya está en boca de todos.
Se está convirtiendo en una película de culto entre nosotros y aún no ha sido estrenada. Un fenómeno más para este gran proyecto.
Luis RO: es necesario que la gente sepa también que es una película para reflejarnos no para que nos resuelva la vida. Mucho cuidado.
Publicar un comentario