lunes, 22 de agosto de 2011

MEMORIAS DE UN DESEMPLEADO


"Te cité para comentarte que vamos a prescindir de tus servicios". Me decía la jefa mayor de por aquellos tiempos. Durante el aburrido discurso te preguntás?... Pero ¿quién es esta?. De verdad. Yo le sé todos sus pecados, qué hace, cómo es. Es decir, con qué moral me viene a decir a mi que soy un inepto. Huevón sí, desmotivado pues también... Un apellido de ínfulas espanta a cualquiera en este país de arrastrados... Y listo... despedido. Agradecés y te vas como si te acaban de robar algo. Defenderse es postergar lo inevitable pero hay que decirlas, muy relajado. Con gestos de diplomático... duro.

El despido es la humillación última para muchos para mí... creo que también, talvéz me importe cuando esté viejo y tenga más que dar. Tienen un poco de dignidad y honestidad si lo hace tu jefe. Otras empresas te sacan de un papelazo, invocan todas las leyes del código de trabajo para sacarte o, usan policías que llegan a tu escritorio y verte empacar. Se quedan haciendo guardia en tu escritorio para ver qué te llevás, y si falta algo aunque sea un borrador, descontártelo de tu cheque. Con el tiempo uno aprende a valorar malas noticias y a ver quién te las dice.

Ahora que estoy liberado, recuerdo con incredulidad como me quisieron meter a exploración prostática la identidad de una empresa. Es una cosa muy de moda dentro de las sociedades de control. Intentan integrate en una masa de fuerza positiva. Dejarte el supositorio en el orto con el ánimo de combatir la idiosincracia chapina. Rebuscan en esa región tu espíritu pasional capaz de terminar guerras mundiales y hacer revoluciones. Y para eso son obligatorias esas lecturas pinches como: ¿Dónde putas está mi queso?, libros de motivación de X o Y autor o Coelho. Los publicistas se creen léidos y escríbidos porque devoran lo último de los libros sobre publicidad y superación. Matan a pellizcos a un burro con sus discusiones en los elevadores.

Es mejor preguntarles qué leen y sacar tus propias conclusiones. Soy lo que leo, escucho, hablo, ingiero y cago. Son verdades importantes y con esas ya sabés qué tipo de personas son. Superficial, si. No entienden la poesía, la literatura de ficción, no saben qué es el boom latinoamericano, de Onetti, de Cortázar, y no seamos tan exigentes; les mencionamos Asturias y dicen: Ah sí, trabaja en una agencia en Barcelona. Lo peor es que hay que tragarse el gesto de: "No seas mula", y cuando uno les trata de explicar que Guatemala ganó un nobel te contestan: ¿y no fue Menchú pues?. Eso sí, se saben quién ganó en qué categoría en los Festivales de Antigua de casi todos los años.

De mi jefa bueno... Yo solo me enteraba que viajaba y viajaba y no vendía nada. Después de tres meses de no llenar las arcas de sus riquillos amigos entraba en juego la estrategia de evaluar personal que consistía en detallar funciones de cada unidad, elaborar un manual y especificar qué hace cada quién que entre líneas significa: buscar un culpable.

Cuando llega un despido uno sabe que la cosa se acerca. Es como cuando se va a terminar una relación. Se hace lo posible por alargar lo inevitable. Dinero y la perra necesidad. Hay gente que tiene dignidad y esa es la que renuncia antes. Se da su lugar aunque cueste dinero. Las penas vienen después. Es normal buscar en las líneas de su rostro la vergüenza que cabalga. Despedir le da la autoridad al ignorante por eso muchos lo hacen en carta, es lo más inteligente. Algunos contratan a alguien o de recursos humanos es otra señal de inteligencia.

No hubo manera de encajar en ese mundo. Ante esa realidad no te queda más que convertirte en un impostor y esperar que caiga la guillotina para resucitar. Así que no queda más que seguir. Buscar allá en la nada y el miedo las fuerzas para seguir y no morir en pie. Dejar atrás la empresa y continuar.

Llego a mi escritorio. Hago un pequeño paneo de toda la oficina. Agarro mi cuaderno y veo por la ventana la vista de la ciudad por última vez. Respiro hondo y como gato abandono la oficina. Como no hice amigos no importa, así que no me despido de nadie. El alivio entra en mi cuerpo y soy libre. Otra vez.

Escrito en el 2008.

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