viernes, 18 de febrero de 2011

ALTERNATIVA: LA HISTORIA DEL ROCK EN GUATEMALA


Más allá de ser un documental que detalla el movimiento cultural y subversivo que significa formar una banda de rock, tocar una guitarra, dejarse crecer el pelo y cantar frente a un grupo de jóvenes; cuando vemos Alternativa: La Historia del Rock en Guatemala, somos testigos de una sociedad ridícula, estúpida e hipócrita que desprecia el arte.

Sin duda lo más terrorífico que se puede ver en un documental como éste es lo que no se ve, es decir el ambiente en el que estuvo sumido un movimiento que aún hoy, sigue a su suerte y pidiendo limosna por ahí. El Rock Nacional ha sufrido de todo: chantajes y robo de flamantes productores, payolas mediáticas de las estaciones de radios que son fanáticas de migajas y que gustan de rascar excusados y regodearse de solidarios a la(su) causa. Y lo peor es que estos directores de radio que exigían a las bandas exclusividad (esclavitud es la palabra real) defienden sus colmillos y machete con la dignidad de un genocida con la soga al cuello. Y no nos olvidemos a los fanáticos ingratos y las terribles bandas malas, muy malas. (perdón por reincidencia)

Una gran amenaza que advierte el documental, es la perversión y manejo corporativo que lleva las riendas de algunos grupos que les dictan qué deben cantar y qué deben tocar. La ayuda corporativa es un arma de dos filos. Sí, por un lado te dan de comer pero ya no sos un artista integro; ellos son tus jefes y eso es algo que las bandas no se dan cuenta de esa sutil censura que los agobiará al menos hasta que termine el contrato. (Pero como dice el chapín: Me pela.) Por el otro, bueno, los que critican son los que quieren alcanzar ese nivel de estabilidad.

Lloremos sangre

Los músicos de las décadas 60 y 70 fueron extinguidos al adoptar la música como medio de expresión. Y todo lo que sufrieron inicia como si fuera un chiste de Velorio. Es conmovedora e indignante la pérdida de dos generaciones de rockeros que fueron perseguidos, presos o desaparecidos, en el peor de los casos. Fue muy curioso lo sucedido al grupo SOS que hoy por hoy, es un ejemplo de lucha y sobrevivencia del rock nacional. Sus integrantes fueron culpados de un secuestro y conducidos a Pavón, una de las prisiones de "máxima seguridad" en el país. Y sí. como el video de St. Anger (Gracias David) de Metallica, escogen la prisión para realizar una serie de conciertos hasta que salen de la cárcel y se separan. Terrible es pues, ver esos rostros de roqueros que renunciaron a su elección de vida y llamado espiritual al ser sometidos por el torpe y estúpido cangrejismo de estaciones de radio, represión gubernamental y sociedad conservadora. Condenable sin duda. Entramos a la soledad de Alux en los 80. Hasta al general golpista y genocida Efraín Ríos Montt es sacado a bailar en el documental al imponer una curiosa ley que consistía en obligar a las radioas nacionales a incluir grupos guatemaltecos dentro de su programación. Pareciera que este figurín se convierte en un invisible benefactor de la música nacional guatemalteca y años más tarde del rock. (Válgame Dios). Después entramos a los 90 y la llamada década de oro.

El caso más hilarante y patético es el bar Bad Attitude que desde su inauguración en el 2003 tuvo que firmar una cláusula en la que se le prohibía realizar ritos satánicos y sacrificios humanos en favor del rock. Pero la cosa no para ahí, por estos días, libra una batalla con la Municipalidad de Guatemala que sigue con la necedad de cerrar ese templo de rock al apoyar nuevos talentos por el simple hecho de que no encaja en sus planes de un nuevo y rentable centro histórico que nuestro alcalde quiere construir. Si señores hablo de este pais llamado Guatemala. Y aquí pasa esto.

Los rockeros marginados

Algo que no menciona el documental y es criticable desde un punto de vista amplio es que solo se entrevistó a las bandas que lideraron el movimiento noventero como tal. No se mencionó la moda en que se convirtió tener una banda de rock y que muchos músicos hacían sus academia para enseñar a tocar guitarra o algún otro artefacto sonoro. Si, se volvió un negocio. Faltó un poco de autocrítica hacia los grupos pero bueno se entiende: nadie escupe al cielo.

Recuerdo que en 1996 era común escuchar una entrevista diaria con alguna banda nueva que llegaba con una canción bajo el brazo y que dependía de los 3 o 4 fanáticos que tenían para meterla a programación o del resto de radioescuchas que condenaban aquella perdida de tiempo sin ritmo ni lírica. Se olvidó de grupos que alcanzaron la efímera fama en el MTV en programas de videos de bandas latinas en busca del estrellato. Se entiende que en 1 hora y 42 minutos no se puede contar el quijote.

La Resistencia

El movimiento de los metaleros en el país es otro de los capítulos dignos de contar y encapsular en una cucaracha atómica. Inmortales sin duda, los grupos de metal que siguen en pie y continúan haciendo toques y sacando discos, manteniendo una integridad que es alérgica a los medios de comunicación. Bien por ellos. Metal Requiem, banda que le abrió a Megadeth el año pasado, es de las bandas que lideran el movimiento en la actualidad como nuevo talento.

Haciendo a un lado todo lo malo, el documental explora aquellos grandes momentos que hacen que todo lo que he escrito hasta el momento valga una escuálida sanguijuela. El futuro del rock nacional si bien ahora no goza de ningún apoyo radial se niega a desaparecer en la subversiva y democratizada internet redes sociales y radios en línea que lo apoyan por puro amor a la música y porque vale mucho.

Sin duda los momentos mágicos del documental son los protagonizados por la fanaticada. Rasga el alma ver a todos saltar y bailar como hermanos en puro slamming, coreando canciones y recordando a los caídos como Ricardo Andrade.

Alternativa: La Historia del Rock Nacional es un documental que debe ser visto porque es necesario ingerir esta mentada de madre que nos hacemos nosotros mismos y en el mejor de los casos, inciar un cambio por nuestro propio bien para empezar a perder la piel de sociedad rastrera. Aquí conocemos la poca moral de los empresarios, la desesperanza de la gente y la trascendencia de los músicos que alcanzaron un lugar en la eternidad rockera. Y lo vemos en sus ojos. Sin duda mucha tela que cortar. Así somos me digo pero yo escupo al piso.

Dirigido y producido por Vinizzio Rizzo y Jorge Espaderos.

6 comentarios:

Juan Pablo Dardón dijo...

Qué talega de texto. Muy bien Allan, sos mi reseñista favorito. Sos cabrón papá.

Allan Martínez dijo...

Gracias amigo. Qué buena onda que te gustó. Tenemos que ir al Bad Attitude.

David Lepe dijo...

tá excelente tu texto vos.
me llega.
Estoy de acuerdo con vos en lo de la hipocresía, bad attitude, la moda de tener una banda y lo de escupir al cielo.
Gran documental, está dirigido a roqueros, pero cualquiera pudiera ir a verlo, una joya en sentido al material audiovisual histórico que utilizan.
NOTA: No es frantic, es st. anger.
Saludos señor.

Allan Martínez dijo...

Alex... ¿qué haría sin tus correcciones?. Gracias.

Cadejo dijo...

Acabo de ver el documental...Alagraaan...Muy buena producción, fotografía, contenido...Felicidades muchá!!! Me llegó al fondo!! Estas cosas son las que que van construyendo nuestro proyecto de país...Sigan adelante!!!

Cadejo dijo...

Genial!! expelente documental!! Felicidades! Así es como se construye un proyecto de país...Sigan adelante...