martes, 12 de agosto de 2008

Las señales de la muerte



Fue en abril del 1994. Una tía, la más apegada hermana de mi madre sufrió un derrame. Fue internada en el IGSS de la zona 6, que en aquellos tiempos era el más moderno de Guatemala, y al parecer se iba a salvar. La señora era vivida, su semana era de mucho alcohol, tanto que a sus alumnos, los más "chispudos" recibían 5 pesos para que le compraran un octavo de indita y así dar más relajada la clase. Ni se diga nada de su gusto por el tabaco, 2 ó 3 cajetillas al día de Rubio rojo. Como sea, el derrame no causó sorpresa. El segundo sí y fue fulminante, entró en un coma de 25 días. Ya no volvió.

Ese último día, recibí una señal. Salí al cuartito de atrás de mi casa y una mariposa negra salió a darme la bienvenida. Una mensajera. Morirá. Verla me espantó, era del tamaño de mi mano. Tomé la decisión de que no volvería volar esparciendo su terror. Cuando la maté, con mi tennis, oí un grito que aún recuerdo. Me quedé frío. La llamada, esa llamada llegó a las 8 de la noche. Al otro día que busqué su gigantesco cadáver para enseñársela a mi mamá pero ya no estaba. Un primo también recibió esa señal. Me lo contó 6 años después. También me dijeron que cuando sucede esa aparición hay que espantarla con un pañuelo blanco. De haberlo sabido, mi tía hubiera permanecido aprisionada en su cuerpo saber cuanto tiempo más. Recorrió por mi mente el "yo la maté".

En 1997, mi abuela paternal se rompió la cadera. También fue a caer en el hospital del IGSS de la zona 6. Mi Papá, quer era doctor, logró traerla desde Chiquimula y por medio de influencias logró internarla. Duró 1 semana la pobre pasita. Ella llegó a la casa a despedirse de mí. Me somató tres veces la puerta. Me quedé frío. La llamada telefónica llegó 30 segundos después en medio de un silencio ensordecedor. Yo estaba solo en la casa.

Desde los sueños

"Dios te habla por tus sueños. El vínculo no ha desaparecido" decía un portal de interpretación de los sueños. La negación de cualquier existencia es más fácil que enfrentarla. Es lo más seguro. Tenemos más control sobre nuestras vidas.
Tres meses antes que mi Padre muriera recibí también una señal. En mi sueño profundo, recuerdo que se me rompían los dientes superiores. Le conté ese sueño a mi abuela maternal y rápido la sentencia. "Alguien cercano a vos se va a morir". Un par de meses después de su muerte, me encontré con él. Tenía una bata verde que intercalaba con blanco era la misma que tenía aquí en la casa. Nunca tuve una buena comunicación con él por lo que su mensaje fue contundente. "Decile a tu mamá que estoy bien, que no se preocupe". Cuando le conté a mi mamá y a mi abuela. Solo dijeron "Gracias a Dios" junto a un suspiro que invoca sollozos.

Muchos dicen que los sueños son eso y nada más. El Psicoanálisis trata de darle un significado sexual además de ser información que proporciona el inconsciente sobre estados mentales alterados. En tiempos Bíblicos se creía en los sueños como mensajes. Según dice el génesis 40 y la interpretación de José al sueño del Faraón y ya sea si es poesía o no, la duda queda. Huir de una verdad espiritual es tan fácil como negarla. Para mí, se convirtió en otra forma de percibir el mundo y reconocer el nexo de la espiritualidad humana con un ser supremo.

2 comentarios:

el VERDE !!! dijo...

A la generación de mis padres y mis tíos les han sucedido casos iguales. Es herencia de lo que a su vez recibieron nuestros abuelos.

Conmigo se ha roto un poco ese sistema de mensajes... me llegan olores y generalmente música, en particular de aves. No necesariamente son de color negro.

El caso "más grueso" que tengo
presente es la ocasión en que uno de esos canarios / pericas australianas andaba suelto desde quién sabe dónde y zaz!, se mete a mi casa y vuela directo a mi habitación, de la cual no salió aunque le abrí puertas y ventanas. Estuvo conmigo toda la noche. La mañana del siguiente día cantó y finalmente se fue: había entregado su mensaje. Fue cuestión de horas para que se supiera que habían encontraron muerto en su depto a un amigo (incipiente amor), con quien había estado un par de noches atrás.

La noche que mi abuela dejó su cuerpo yo estaba en la U, camino a un salón. De pronto una corriente cálida me golpea y hace detenga mi marcha. Un intenso aroma floral me dio la sensación de flotar y me llenó de felicidad. No tuve necesidad de llamar para saber que mi abuela pasó a decirme adiós. Y en efecto, al llegar a casa todo mundo estaba inmergo en un llanto más negro que el mar negro. Al preguntar la hora del deceso, este había coincidido con mi experiencia.

Andrea dijo...

Aunque nos vayamos convirtiendo en seres más escèpticos, siempre hay experiencias que sobrepasan nuestra lógica; aunque muchas veces por verguenza no nos atrevamos a contarlo, la mayoria de nosotros tenemos historias similares.