lunes, 16 de mayo de 2011

EL ABRAZO AL FRACASO


Aburre pensar y más reflexionar. Son días tensos. La muerte parece Santa Claus. Reparte sus juguetes preferidos. Da a niños piedras, cuchillos, pistolas o siembra a los nuevos muertos en sus oscuros campos de sarcófagos de pino. En las oficinas cercanas, los obispos firman contratos con los narcotraficantes para matar en el nombre de Dios y elevar el número de seguidores. Todo está de cabeza.

Pienso. En que fracasamos como generación. Todo apunta a que sí. No logramos ningún cambio. Nos asimos a la indiferencia para burlar a nuestro propio dolor. Ese es nuestro gran aporte. Regalamos nuestro mundo, futuro e hijos a la suerte de una bala perdida.

Nos arropamos a la mediocridad y el fracaso de la generación anterior. Lo único que sabemos con certeza es que ahora la culpa fue nuestra. Sí, no cambiamos nada. No quisimos nada, solo escribimos algunas líneas del destino para tener alguna certeza de nuestra existencia o enviarnos una carta que nos llegará dentro de 10 años. Habrá entonces que vender a nuestros amigos para comprar la permanencia de la vejez. Volvernos egoístas y miserables despiadados. Aprender a borrar humanos con el dedo mojado de saliva. A guardar y planchar espíritus vengativos para meterlos en los sacos. Aprender a no escuchar lamentos inútiles y sacrificar peones.

Ya estoy dominando la técnica de escupir estómagos y matar nervios. A tener la mirada perdida. A quejarme en redes sociales a no hacer nada por el otro. A expresar con signos de puntuación y a comerme letras porque la palabra amor es muy larga de escribir.

Todos se indignan ahora. Se quejan, se unen a grupos, hacen visibles sus pulsos sentimentaloides en 140 caracteres. Así la indignación trasciende en la interne; en un gesto triste. Todos los días el futuro se llena de testimonios que se van a un hemeroteca-servidor que se borra al apachar el botón equivocado.

Pero cómo crecen. Todos los días se llena el futuro de polvo y nada. Porque merecemos no existir. No vivir, ni siquiera nacer, ni siquiera una segunda oportunidad. Como dije: da hueva pensar. Si... fracasamos.

martes, 10 de mayo de 2011

HOY SI: EL DÍA QUE GUATEMALA FUE AL MUNDIAL

Dirigido por Sergio Ramírez, que por estos días anda por Bélgica promocionando su primera ópera prima, Distancia, nos presentó hace un par de años el cortometraje HOY SI que cuenta la historia de campesinos que viajan al pueblo a escuchar los partidos eliminatorios de la selección nacional al mundial México 86.

Los que saben del fútbol nacional, saben que es una historia para romper el corazón del fanático de balompié más serio y apasionado. Hay algo en este deporte que afecta de sobremanera a cualquier ser humano. O lo odia o lo ama y en el guatemalteco la cosa es peor.

Ciertamente como dice su director, (aquí lo parafraseo) el chapín es tímido pero además tiene la cualidad o virtud si se quiere que cuando juega fútbol se transforma, ordena, grita, dirige y se pelea a modo de romperse la cabeza con su adversario incluso si éste, es su mejor amigo, pero después, tiene tiempo de ir a la "tiendita" de la esquina a echarse una "chela" y todo arreglado.

Hoy Sí tiene detalles muy de la época de 1985, como las piedras pintadas de la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas, ORPA que era una célula guerrillera de aquellos años, así como la canción del final "El Soldado" que era transmitida por el canal 5 propiedad del ejército de Guatemala. Hace 26 años nada más.

Poco ha cambiado la sociedad en este lapso. Si puedo decir que la Selección de Guatemala asiste a su primer mundial Sub-20 este año. Disfrute de este cortometraje. Comento, con gran alegría, que salgo al final como un presentador de noticias.




También le dejo el trailer de la película de Sergio Ramírez Distancia. Tuve la oportunidad de verlo y aquí su director nos retrata aquella Guatemala escondida de bajo de las piedras que intentamos olvidar pero que existe y seguirá así por lo menos, una generación más.



Revise aquí aquella crónica de la premier de Hoy sí
Y su segunda parte La coronación del príncipe.